miércoles, 22 de febrero de 2012

C'est fini

No puedo más. Creo que voy a explotar. No puedo hacer más que ser una egoísta y esperar. ¿A qué espero? No lo sé. ¿A qué podría esperar? ¿A un cambio? Sé que nada va a cambiar. Puede que sencillamente esté esperando a que esto no se pueda mantener más y explote. Y entonces yo estaré sola, herida y sin fuerzas pero... ¿Qué mas da? Es sólo una vez mas. Y una vez más. Y una vez más me levantaré, me quitaré el polvo de las manos y seguiré andando. No hay nada más que pueda hacer. ¿Qué más da? A nadie le va a importar, nadie se va a dar cuenta. Porque al fondo son todos tan egoístas como yo. Y bueno, ¿qué puedo hacer? Si es que nadie me va a escuchar cuando hable. Seguirán todos con su mierda de vida y su mierda de rutina, cuando yo se que ninguno de ellos es feliz. Pero no pienso hacer nada. ¿Por qué? Porque soy tan egoísta como ellos, y me da igual. Me da igual su asco de vida, asco de sociedad y asco de ideales, si al fondo son todos iguales. No merece la pena ayudarles, si yo sólo quiero ser feliz. Si es que sólo tengo ganas de gritar. Gritarles a todos y hacerles despertar y que griten conmigo porque esto es una mierda y no podemos hacer nada para arreglarlo. ¿Qué podemos hacer? Nada. Jodernos, tragarnos nuestra mierda y la de los que estén por encima de nosotros. Es lo que hay, es lo que siempre ha habido y es lo que siempre habrá.

lunes, 24 de octubre de 2011

Muerte


¿Nunca sintieron cómo la fría soledad invade tu cuerpo? ¿Esa inquieta escarcha que invade tu corazón? ¿Esa tristeza permanente del que ha sido abandonado?
¿Nunca les dijeron "Hasta siempre"? ¿Nunca derramaron una única lágrima, seguida de otras muchas más?
¿Nunca añoraron una sonrisa? ¿Un compañero? ¿Una carcajada...?
La soledad... Enemiga de la mente, fuerza contra la felicidad.
Sentimientos de culpa, odio, sentirse muerto... Cuando en realidad el corazón siempre late, la sangre siempre fluye.
¿Hay siempre esperanzas, o de verdad existen las almas muertas...?
Miles de pensamientos cruzaban mi mente mientras veía como el cuerpo de la única persona que me importaba, mi único acompañante, era enterrado.
¿Por qué mis ojos no desprenden lágrimas? ¿Acaso saben que debería haber muerto yo? ¿Acaso saben que él dio la vida por la única persona a la que amaba?
¿Habrá siempre esperanzas para mi, alma en pena, asesina del amor? ¿Tendré ahora alguna posibilidad de encontrar la felicidad?



martes, 18 de octubre de 2011

Es sencillo...

Y cuando piensas que ya no puedes sentir nada más fuerte, abres los ojos... Y te das cuenta de que le amas mucho más de lo que piensas. Que suerte de poder tener a una persona tan maravillosa a mi lado todos los días, porque con sólo una palabra puede iluminar la oscuridad.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Soledad

Porque aún existen esos días en los que me siento completamente sola, aunque esté rodeada de gente... Y puede que, aunque sea una tontería, sea porque solo quiera la compañía de una persona a mi lado...

sábado, 27 de agosto de 2011

Deja volar la imaginación.


Cuando, de repente, todo aquello que siempre pensaste que jamás podría pasar, pasa. Y te sientes tan feliz... Porque por una vez, la suerte no te da la espalda.

Cuando, de repente, deja de llover

Hacía tiempo que no sentía el calor del sol cuando aquel día, de repente, dejó de llover. Miré al cielo con aquella sensación difícil de describir que está entre el miedo y la emoción. ¿Qué era aquello azul que aparecía entre las nubes? ¡Qué color más hermoso! Echaba de menos la claridad de la luz, y ese hogareño techo que es el cielo para nosotros. 


domingo, 21 de agosto de 2011

Mago de Oz - Molinos de viento


Aquí os dejo una gran canción, de un gran grupo, con una gran letra y con un gran significado ^^


Si acaso tu no ves
Mas allá de tu nariz
Y no oyes a una flor reír

Si no puedes hablar
Sin tener que oír tu voz
Utilizando el corazón

Amigo Sancho escúchame,
No todo tiene aquí un porqué
Un camino lo hacen los pies

Hay un mundo por descubrir
Y una vida que arrancar de arrancar
De brazos del guión final

A veces siento al despertar
Que el sueño es la realidad

Bebe, danza, sueña
Siente que el viento
Ha sido echo para ti
Vive, escucha y habla
Usando para ello
el corazón

Siente que la lluvia
Besa tu cara
Cuando haces el amor
Grita con el alma
Grita tan alto
Que de tu vida, tu seas
Amigo el único actor

Sí acaso tu opinión
Cabe en un sí o un no
Y no sabes rectificar

Si puedes definir
el odio o el amor
Amigo que desilusión

No todo es blanco,
O negro: es gris
Todo depende del matiz,
Busca y aprende a distinguir

La luna puede calentar
Y el sol tus noches acunar
Los arboles mueren de pie.

He visto un manantial llorar
Al ver sus aguas ir al mar

Bebe, danza, sueña
Siente que el viento
Ha sido echo para ti
Vive, escucha y habla
Usando para ello
el corazón

Siente que la lluvia
Besa tu cara
Cuando haces el amor
Grita con el alma
Grita tan alto
Que de tu vida, tu seas
Amigo el único actor.

He visto un manantial llorar, 
Al ver sus aguas ir al mar. 

Bebe, danza, sueña
Siente que el viento
Ha sido echo para ti
Vive, escucha y habla
Usando para ello
el corazón

Siente que la lluvia
Besa tu cara
Cuando haces el amor
Grita con el alma
Grita tan alto...
Bebe, danza, sueña
Siente que el viento
Ha sido echo para ti
Vive, escucha y habla
Usando para ello
el corazón

Siente que la lluvia
Besa tu cara
Cuando haces el amor
Grita con el alma
Grita tan alto
Que de tu vida, tu seas
Amigo el único actor

Espero que os guste ^^

viernes, 5 de agosto de 2011

Vuelve...

¿Por qué me siento así? ¿Por qué me cuesta sonreír? ¿A dónde fue la confianza en mi misma? ¿El autoestima? ¡Se esfumó! Si sé que podría superarlo, podría aprender a vivir sin ti, ¿Por qué me cuesta asumir que ya no estás? ¿Alguien me lo explica? ¿Por qué ya todo me recuerda a ti? Quiero refugiarme en mi interior, pero ya no puedo pues éste es tuyo... ¿A dónde pretendes que vaya? Siento un vacío doloroso justo en el centro de mi pecho... Me has arrancado el corazón con tus manos. ¿Por qué? ¿Para qué lo quieres, si no haces más que dañarlo? Y dime, tú que me parecías tan sabio hace no tanto... ¿Qué hago? Me siento impotente... ¿Cómo te recupero si ya te has ido? Te echo de menos, me gustaba saber que estarías ahí cuando te necesitase pero... Ya no estás... ¿Cómo pasó? ¿Cuándo te fuiste, que no me di cuenta?

Cuando las sonrisas mienten, pero los ojos dicen la verdad.

Ven, ponte frente a mi un momento... Sí, justo ahí, y déjame verte. ¿Qué te pasa? Tus ojos parecen tristes. ¡Mira que bonitos labios! Sí, ellos parecen felices, pero ¿Por qué cuando tu boca sonríe tus ojos se mantienen serios? ¿Es que no eres feliz? No hay motivo para preocuparse, si se va a arreglar, ¿Por qué estás triste? A mi no me engañas, se que le mientes al mundo... ¿Por qué mientes? Yo quiero saber cómo te sientes de verdad. Déjame ver tus sentimientos tristes, y verás como después tus ojos sonreirán de verdad.



sábado, 16 de julio de 2011

Y tú no estas...

¿Por qué? ¡Cuantas preguntas! Y ni una sola respuesta... ¿Por qué? ¿Por qué no puedo tener una respuesta? ¿Por qué no puedo abrazarte...?



Y tu ya no estás... ¿Quién soy yo? ¿Cómo puedo saberlo? Ya no me lo recuerdas cada mañana... ¿Por qué? ¿Por qué has tenido que irte? Te echo de menos. ¡No es justo! Te quiero aquí conmigo... 365 días sin ti... Ya no habra un primer viernes cuatro de marzo sin ti, o un nuevo jueves treinta de junio sin que estés a mi lado... ¡No quiero que sea así! A tu lado todo era especial... ¿Por qué me da la sensación de que sin tu compañía todo es mas aburrido? Más aburrido, más feo, más triste. Ahora me cuesta ver los colores, ¡Y tú me ayudabas! Vuelve, por favor, tu lugar está a mi lado... Te echo de menos...
Y te amaré por siempre, mi pequeñita...




domingo, 26 de junio de 2011

Te amo

Hoy tengo ganas de decir te amo... No sé a quién... No sé qué debería hacer, qué sería lo correcto. Siento un pequeño vacío justo en el centro de mi pecho y aún no entiendo qué me falta. ¿Por qué? Si yo soy feliz. Lo tengo todo, ¿Qué me falta? Ah, sí, me faltas tú. Es a ti a quien deseo recordarle que le amo... ¿Por qué te fuiste? Tu lugar está aquí, junto a mi.... ¡Vuelve ahora mismo! Ojalá fuese tan fácil. Yo ya sé que nunca volverás, no puedes. Y aún así sigue siendo lo que más deseo. Te echo de menos, ¿Sabes? Ya casi ha pasado un año desde que te has ido... Y no pasa una noche sin que te eche de menos a los pies de mi cama... Sin que te busque en aquella esquinita del sofá... O que mis lágrimas quieran salir todas a la vez al recordar tu falta. Te amo. Te amo, te amo, te amo. ¿Me escucharás, estés donde estés? Porque yo me niego a aceptar que ya no existes... Sigues estando viva dentro de mi... Y yo te sigo amando tanto como hace justo un año... Mi pequeñita...

viernes, 24 de junio de 2011

Rabia

Te vi, te miré y quise abrazarte. Eché de menos tu calor... Estabas frente a mi, mirándome a los ojos pero no fui capaz. ¿Por qué? Te echo de menos. Echo de menos ese suave olor que desprendes, echo de menos tu forma de acariciar cada rincón de mi cuerpo. Tan sólo quería un abrazo, ¿Por qué no pude? ¿Por qué desperdicié esa oportunidad? Sólo necesitaba que sonrieses, te acercases a mi y me abrazases... ¿Tan complicado era? Para mi sí... Deseaba decirte que lo siento, que no quería que pasase todo esto, que no había tenido planes para el futuro... Pero una vez más... Fracasé. ¿Por qué era todo tan difícil? Me sentía impotente. ¿Qué debía hacer? Mi cabeza y mi corazón no querían lo mismo... ¿Cómo elegir? Lo sentía tanto... Y esa rabia interna se expresó en forma de llanto. Ni aún así fuiste capaz de abrazarme. Me tenías frente a ti, mirándote a los ojos mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas, pero tampoco tú fuiste capaz de hacer nada. Odiaba esa situación. Te quiero. ¿Por qué no podía abrazarte si es lo que quería? Tampoco podía ser tan difícil. ¿Por qué me era tan difícil expresarme cuando tú estabas delante? Todo sería mucho mas fácil si pudiese expresarme... Pero de mi boca no salía ni una sola palabra... ¿Por qué? ¡Cuantas preguntas! Y ni una sola respuesta... ¿Por qué? ¿Por qué no puedo tener una respuesta?  ¿Por qué no puedo abrazarte...?

Hoy me siento un poco más vieja, y un poco más sola

¿Se pueden echar de menos las cosas que tienes siempre presentes?
¿Se pueden tener esperanzas por algo que ya se ha perdido?
¿Puedes olvidar a algo que ya forma parte de lo mas profundo de ti?
¿De verdad se puede sobrevivir a aquello que te mato de verdad?
El dolor fisico no es mas que un aviso de lo que puede llegar a pasar... Desearía haber muerto para volver a revivir y morir mil veces antes de haberte perdido para siempre... Eras todo cuanto yo quería, eras el motivo de mi felicidad...

Y te amaré por siempre, mi pequeñita.

viernes, 17 de junio de 2011

Y ahora soy feliz :)

Tal vez la luna vaya algún día a consolar tus tristes ojos llorosos.
Tal vez algún día encuentres consuelo en las tristes palabras de algún poeta enamorado.
Tal vez encuentres un amigo de verdad... Algún día.

Puede que alguna vez tus susurros lleguen a oídos de otra.
Puede que alguna vez acaricies otra piel, y la ames tanto como te amé yo a ti.
Puede que alguna vez tus suaves y carnosos labios rocen la fina piel de los suyos.

Sonreirás y recordarás que te lo dije.
Sonreirás y repasarás lo que te dije en la cabeza.
Sonreirás y sentirás que lo que yo dije era cierto.

No me habría gustado acabar así, yo habría soñado con una historia de amor interminable, perfecta… Pero todos sabemos que las historias de amor no existen, y yo dulcemente cegada por el veneno de tu amor no me di cuenta a tiempo.

Quisiera haber sido feliz a tu lado.
Quisiera haber podido sentir tus cálidos abrazos para siempre.
Quisiera haber sentido los años pasar de tu mano, y sonreírle al tiempo, siendo feliz.

Siento no haber sido perfecta…
Siento no haber sido suficiente para ti…
Siento que no me amases como yo te ame a ti…

Te quise

viernes, 10 de junio de 2011

A veces...

A veces te das cuenta de cosas.
Cosas que merecen la pena, cosas que merecen preocupación.
A veces abres los ojos y ves la realidad, y te sorprendes, porque siempre es más cruda de lo que parece.
A veces necesitas algo y ni sabes lo que es... Un abrazo, un amigo, alguna persona en concreto...
Lo sé, es difícil, y a todos nos cuesta... Pero nadie dijo que fuese fácil, nadie dijo que fueses a tener ayuda ni facilidades.
A veces tienes que tomar decisiones difíciles, y lo pasas mal, y lo ves todo negro, pero siempre, siempre hay alguien ahí dispuesto a ayudarte, a estar contigo, a hacerte sonreir... Y lo creas o no, no estás solo, nunca estás solo.
Ya sabes, sal, rie, canta, salta, corre, sueña... Disfruta. Somos jóvenes, aún te queda tiempo para prepocuparte, ahora es tu momento para ser feliz.
La vida llega a ser todo lo maravillosa que tu quieras hacerla, solo te hace falta poder verlo.

domingo, 29 de mayo de 2011

Lo siento

No sé cómo expresarme. Ya no sé cómo decirte que lo siento, si, pero no siento haberte hecho daño... Siento amarte, siento conocerte, lamento a cada instante aquel momento en el que te conocí, aquel momento en el que te besé. Lamento haberme enamorado de ti, haber sido capaz. Lamento adorar cada instante en el que me miras, lamento amar tu olor, lamento añorar deseosamente tu amor. Te lamento a ti, y cada palabra que me dices. Siento desearte, soñar que te tengo cada vez que cierro los ojos. Siento adorar el fantasma de tus caricias y no poder evitar mirar tus manos deseando ser tuya de nuevo. Lamento cada instante a tu lado. y, ¿Sabes qué? Te odio. Me haces daño, me mientes, te ríes y te vas. ¿Sabes qué? Ojalá pudiese no amarte. Pero es que no puedo evitar mirarte y sentir que soy para ti.Si es que cada instante en el que me miras me enamoro de ti, pero luego sonríes y te vas. Si es que sé que nunca serás para mi...

miércoles, 25 de mayo de 2011

Las cosas buenas nunca acaban, sencillamente desaparecen un tiempo

Estaba tumbada sobre la hierba sintiendo la suave brisa veraniega sobre mi rostro. Abrí los ojos y todo lo que pude ver eran las copas de los árboles. Me encantaba abrir los ojos y ver árboles sobre mí. Hacía calor, pero no era desagradable. No había nadie a mi alrededor, no había nada a mi alrededor. Sólo podía escuchar la vida fluir. Algunas libélulas revoloteaban traviesas sobre mi cabeza. Las oía zumbar y de vez en cuando podía sentirlas posarse sobre mi piel inmóvil. Oía el leve gorgoteo de un arrollo cerca de donde yo estaba. Olía a vida. Olía a plantas felices bajo el sol, y animales y bichos siguiendo el cauce de la vida. Acaricié el suelo a mi alrededor. El tacto de la tierra, el tacto de mi tierra. Me sentía en casa, a gusto. No había nadie que me juzgase, no tenía normas, podía hacer lo que quisiese. Me sentía libre. Era feliz ahí. No había problemas. No habían personas, y aún no me sentía sola. Habían pasado largos minutos, tal vez horas. El sol se escondía, mi día acababa. Ahora debía volver a la sociedad y sonreír, aunque no sientese deseos de hacerlo. Todo acababa. Aunque, de todas formas, siempre había sabido que tarde o temprano iba a acabar, que nada dura para siempre. Y, aún así, nadie me iba a impedir volver algún día. Las cosas buenas nunca acaban, sencillamente desaparecen un tiempo.

lunes, 16 de mayo de 2011

Desesperación.

No sólo eres un producto de mi imaginación. No sólo eres la consecuencia de mi ilusión. Sonríes, sientes, vives, me haces feliz. Pensé que este momento nunca llegaría, que esta felicidad no volvería a mi, que jamás volvería a sentirlo. Calmas mis sentimientos y mis miedos, me haces soñar pero a la vez me muestras la realidad, cada vez más cercano a mi, y cada vez algo más parecido a lo que yo consideraba el conjunto de imperfecciones que creaban la perfección.
Susurros de ángeles y caricias como plumas. Besos hasta el infinito que me hacen suspirar por horas y me ciegan. Llenas cada espacio de mi mente, aquel espacio que quedó vacío tiempo atrás. ¿Cómo volver a confiar? Es sencillo. Me lanzaría al infinito si tú me lo pidieses. ¿Por qué tener miedo? ¿Qué puedo perder que no me faltase antes?
Veo y deseo. Siento y sueño. Parto y añoro. Siento cómo tus caricias recorren mi espalda entre tus susurros. Amo tu mirada interrogante. Aún no sé leerla, pero no tiene importancia, la amo. Siento cómo tus besos bajan por mis hombros bajo mi mirada. Te deseo. Te siento sobre mi cuerpo desnudo. Siento cómo tus manos acarician mi piel, que palpita ansiosa por tu fuego. Añoro tu calor a cada instante que se separa de mi cuerpo. Necesito tus besos tal como el oxígeno que respiro. Me arañas. Se me eriza el vello de la nuca. Siento  necesidad de ti aún cuando ya te tengo, y me invade un frío sentimiento de desesperación al comprobar que no puedo saciarme, que cuanto más te tengo más te necesito. Te convertiste en mi droga, y ahora soy adicta a ti. Te necesito a cada momento que pasa. Necesito tus besos. Necesito tus palabras. Necesito tus caricias. Necesito tu pasión.
Siento cómo mi pecho se abre en dos hacia ti ya que mi corazón quiere ir contigo, y éste solloza cuando comprueba que ya no estás junto a mi, que perdió su oportunidad. ¿Cómo no tenerte a mi lado? Aquella es una lección que aún no conseguí entender. ¿Por qué siempre te siento tan lejos si no puedo verte? Necesito tenerte a mi lado. Necesito tu sonrisa, necesito tu amor... Te necesito a tí.

domingo, 8 de mayo de 2011

Con una sonrisa puedes cambiar el mundo entero

Cerré los ojos. Sonreía. La luz del sol traspasaba la débil capa de mis párpados, pero me daba igual. Noté cómo una hormiga o cualquier otro bicho con patas trepaba por mi brazo y me hacía cosquillas. Me acariciaste el pelo. Sabía que me estabas mirando, y sonreí aún más. Era feliz. Acariciaste mi rostro con la punta de los dedos, y sentí cómo parte de la piel de mi espalda se erizaba. Abrí los ojos y ahí estabas tú, me pareciste hermoso. También sonreías, parecías feliz. El pelo te caía sobre la cara y en parte sobre los ojos. Siempre me había encantado tu pelo. Te acercaste a mi. Podía sentir tu aliento. No pude evitar volver a sonreír, y cerré los ojos de nuevo. No podía escuchar nada que no fuese el cantar de los pájaros. La primavera había llegado, sin duda. Sentía la débil brisa sobre mi piel semidesnuda, y también te sentía a ti, pegado a mi cuerpo recostado a mi lado. Cambié de postura y rodeaste mi cintura con tu brazo, y al abrir los ojos ahí estabas tú de nuevo. Era maravilloso aquello de que estuvieses a mi lado cada vez que abriese los ojos. Volví a sonreír. ¿Por qué no podía dejar de hacerlo? Ah, sí, se me olvidaba... Era feliz. Acercaste tu rostro al mío y sentí cómo tus labios me besaban. Aquel momento era sencillamente perfecto. Me perdí en tu beso. Las horas se me pasaban volando a tu lado... Y fue ese el momento en el que me di cuenta de que no eras un simple capricho, que estaba completa y absolutamente enamorada de ti.

martes, 3 de mayo de 2011

Y te amaré por siempre - Parte 4.

Recogimos las maletas e instalamos nuestras cosas en las habitaciones. Sin darnos cuenta, acabamos las tres a la vez, y entonces decidimos que era hora de comer, ya que era tarde y todas estábamos hambrientas… Pero no había nada de comida en la casa. Decidimos que sería mejor salir a comer.

Nos montamos en el coche y salimos a la búsqueda de un lugar para comer. Encontramos un pequeño pueblo no muy lejos de la casa. Estaba formado por pequeñas casitas de madera y piedra, y calles estrechas y pedregosas.
Aparcamos a las afueras y andamos hasta encontrar un pequeño y rústico bar para camioneros, donde comimos en silencio. Esa comida nada me recordó a cuando éramos pequeñas, que reíamos sin parar… Pude notar cómo las tres estábamos algo bajas de ánimos… Pero yo no tenía fuerzas para ser la que nos levantara de ese bajón.

Al terminar cada una pagó su parte y nos montamos silenciosas en el coche.
Todas estábamos cabizbajas y sumidas en nuestros pensamientos.

-No os lo dije porque habían cosas más importantes pero… Ayer Samuel cortó conmigo.- Susurró Mica.
-Mierda.- Dije yo. Hermoso. No había dicho nada en días y ahora solo podía decir eso.
-Vaya… Lo siento Mica.- Susurró Lucila sin arrancar el coche. Se había dado la vuelta sobre su asiento. Todas mirábamos a Mica pero no sabíamos que hacer. Yo fui la primera en reaccionar.

Me acerqué a ella y la abracé. Noté cómo sus lágrimas silenciosas mojaban mi camiseta. Cerré los ojos. No soportaba verla mal, no lo había soportado nunca, nunca llegaría a soportarlo.
Lucila me miró con la duda en los ojos. Finalmente decidió bajar del coche y montar en la parte trasera con nosotras. También abrazó a Mica.

-¿Por qué te dejó?- Preguntó Lucila.
-Dijo que llevábamos demasiado tiempo juntos y… ¡Ah! ¡No sé!- Respondió Mica mientras se echaba a llorar de nuevo.
-No te preocupes preciosa, nosotras estaremos aquí contigo.- Me sorprendí susurrando esas palabras.

Mica me miró alarmada. Había hablado. Sonrió levemente.

-Has hablado.- Dijo. Había dejado de llorar repentinamente.
Me quedé callada un momento y la miré pensativa.

-He hablado…- Susurré.

Y en ese momento, justo al pronunciar esas palabras me di cuenta de que debía tirar para delante, ser alegre, hablar, rehacer mi vida… Porque mis amigas así lo necesitaban.

-Si en realidad tu sabes que yo por ti hago lo que sea.- Sonreí.

Sonreír… ¡Que sensación tan extraña! Hacía mucho tiempo que no sonreía… Desde que él enfermó. Pero ahora yo sabía que él estaría feliz de verme sonreír, a pesar de que él no estaba, a pesar de que mi felicidad había acabado junto con su vida.

-Espera, espera… Espera… - Comenzó a decir Mica
-¡Dai ha sonreído! En serio, ¿Has sonreído, o lo he soñado?- Preguntó Lucila a voces.
-Si… Creo que he sonreído… Y que estoy hablando.- Susurré yo.

Y de pronto, todas reímos. Reímos olvidando nuestros problemas, olvidando nuestro dolor, olvidando vidas destrozadas y gente ajena. Y reímos porque estábamos las tres, juntas. Reímos porque habíamos olvidado lo mucho que nos queríamos, y habíamos olvidado que no hacía falta nada más para ser felices.

Y ahí estábamos de nuevo, las tres, juntas… Dispuestas a emprender un nuevo viaje. El viaje de la superación, de la amistad, del amor… Dispuestas a comernos el mundo juntas.
Y así, queriéndonos, regresamos a casa.

Exploramos todos los rincones de la casa.
La cocina, luminosa, con una pared entera llena de ventanas. Tenía una pequeña mesa de madera y varias sillas. Bueno, en realidad todos los muebles eran de madera, y las encimeras de mármol claro. Una fila de encimeras separaba la cocina de la zona de comer, donde estaba la mesa.

El comedor, grande y espacioso, con una gran mesa y seis sillas. Había un mueble alto, con cristales en vez de puertas en los que había muchos platos hermosos dentro. También había copas y vasos.
El suelo era de parqué oscuro y las paredes de color salmón, a juego con el resto de los accesorios de la habitación.

El salón, decorado de una forma muy elegante. Con un sofá dorado, un órgano y jarrones chinos, se convirtió en mi habitación preferida. Tenía cuatro sillones de color crema, un baúl chino a forma de mesita, una estantería llena de figuritas antiguas, el sofá y el órgano.
Me gustó porque tenía muchos cuadros bonitos y jarrones y figuras, y me recordó a una galería de arte.

La sala de estar, que resultaba muy acogedora. Tenía una chimenea de piedra en la pared, y papel pintado con motivo de piñas. No era el más bonito que había visto, pero quedaba bien. Había una mullida alfombra verde en el suelo.
La habitación contaba con un sofá, dos sillones y varias estanterías llenas de libros y películas.
Tenía dos ventanas y una puerta que daba al exterior.

El porche, que era pequeño pero hermoso. Contaba con ventanas en vez de paredes, y varios sofás y sillones de colores claros.

miércoles, 23 de marzo de 2011

¿Se podría acabar?

¿Nunca se dieron cuenta de la gran necesidad que tiene la gente de juzgar? Todos juzgamos, queramos admitirlo o no. Algunos juzgan por el físico, otros por la forma de vestir, otros por la forma de ser o por los gustos, y otros por todo. Pienso que a veces tenemos una opinión negativa de alguien por el simple hecho de ser diferentes a nosotros, y, en ocasiones, por ser demasiado parecidos. También nos resulta mucho más fácil aceptarnos a nosotros mismos con nuestros errores si vemos los fallos de los demás, así los nuestros nos parecerán menos graves. ¿Creen que esto es justo? A veces me paro a pensar y me doy cuenta de que si yo fuese otra persona, también juzgaría negativamente mi comportamiento. La diferencia en las personas que juzgan está en la manera de hacerlo, supongo. Hay gente que juzga colectivamente, es decir, se junta con alguien a comentar los defectos de otras personas, otros lo hacen solos. Hay personas mas objetivas y personas mas subjetivas. Siempre miramos mal a las personas que critican, sin darnos cuenta de que haciendo esto nosotros también criticamos.
Pienso que todos seríamos mucho más felices si no temiésemos la opinión de los demás, que nos afecta en mayor o menor medida. Sería más fácil hacer lo que de verdad quieres si no temes a que te juzguen, y de nuevo repito que esto nos afecta a todos, de una forma u otra.
¿Nunca se dieron cuenta de que hay cosas que nos gustaría cambiar pero no tenemos forma de hacerlo?

lunes, 21 de marzo de 2011

Y te amaré por siempre - Parte 3.

Y entonces nos abrazamos, como habíamos hecho siempre, como haríamos para siempre… Un abrazo que significaba mucho más que simple afecto. Y en realidad, aunque yo aún no lo sabía, no era más que el comienzo de una nueva etapa, ni mejor ni peor… Solo… Diferente.

Recogimos mis cosas y nos marchamos. Me quedé mirando pensativa el cuadro de cristales de la cocina antes de cerrar la puerta. Ya le echaba tanto de menos…  Suspiré, y cerré la puerta.

Entramos en el coche.
Mica se acurrucó junto a mí en la parte trasera. También había muchas bolsas de Lucila. Hasta ahora no había caído en la cuenta de que ella también iba a pasar un tiempo fuera…
Sonreí para mis adentros…
Me alegraba de tener las amigas que tenía, eran capaces de hacer todo lo que hiciese falta para que yo estuviese bien. Aunque… Él habría hecho lo mismo.  Intenté contener una lágrima.

Pensar en él me hería profundamente. Sentía como el dolor seguía extendiéndose por cada célula de mi ser y las aplastaba hasta ahogarme con ellas.
De nuevo, intenté no llorar.

Miraba por la ventana los dulces paisajes hacia la casa.
Estaba en un pueblo a las afueras de la ciudad, alejado de todo. En el pueblo había trescientos habitantes, y subsistían a base de la agricultura y la ganadería. Iba a ser interesante ver cómo vivía la gente ahí.

-Hemos hablado con tu jefe- Comenzó a contar Mica.
-Y tienes un mes de vacaciones- Terminó Lucila.
-Yo cerraré el negocio mientras estemos aquí.- Mica tenía una pequeña tienda de música en el centro de la ciudad.
-Y a mi también me dieron vacaciones.-Sonrió Lucila-Tenemos un mes para nosotras tres.-

Me pregunté qué había sido de Samuel, el novio de Mica, ya que siempre estaban juntos, o Alonso, el novio de Lucila, que no podían estar ni cinco minutos sin verse, pero decidí no preguntar. Una vez más, no me apetecía hablar.

Llegamos a la casa y Lucila aparcó el coche frente a la puerta.
El lugar era precioso. Era una enorme casa rodeada de jardines, sin nadie a su alrededor. Las paredes eran blancas y tenía muchas ventanas grandes. El lugar irradiaba paz y tranquilidad.
Tan sólo se podía escuchar el sonido de los pájaros al piar, y de nuestras pisadas. El aire era puro y reconfortador.
Había cientos de flores alrededor de la casa, de todos los colores y de todas las formas, que desprendían un aroma que ni el mejor de los perfumes podría haber imitado.
Pude distinguir el sonido del agua así que supuse que habría un río. Más tranquilidad.

Decidimos entrar en la casa.
 Lucila era quien tenía la llave.
 Abrió la puerta y pudimos ver una hermosa entrada, con las escaleras al frente. Todo parecía ser de madera, el suelo era de parqué y las paredes de papel pintado. Eran de color crema, con pequeños puntitos más oscuros. Junto a la puerta había una mesita de madera con un jarrón que contenía flores frescas.
Las escaleras eran del mismo color madera que la mesita, Con una barandilla de madera muy elaborada.

Mica y Lucila sonrieron, ilusionadas, y me miraron y abrazaron. Me sentí tan arropada… Pero aún me faltaba él…
Suspiré.
Subimos las escaleras las tres juntas, dadas de la mano, y nos sorprendimos con una muy iluminada planta superior
Había ventanas en el pasillo, y también muchas ventanas en las habitaciones. Como había cuatro dormitorios, todas pudimos elegir.
Yo escogí uno muy luminoso, con tres ventanas y una preciosa cama de matrimonio. Todo era de madera oscura, con una alfombra verde pradera y las paredes celestes. Me recordaba a los interminables campos de trigo de donde yo me había criado. La colcha tenía el dibujo de una fresca pradera.
Mica eligió la más grande, con los muebles de madera oscura y todo decorado de colores rojo y negro.
Lucila eligió la más pequeña de las tres, pero la más bonita. Tenía pocos muebles pero los que había eran hermosos. Eran de madera clara.
Las paredes eran de color lila, y el suelo era de parqué claro. Todo tenía pequeñas decoraciones moradas y encajes blancos.
Se la veía tan ilusionada…
Él también se habría ilusionado al ver aquella casa…

Suspiré mientras una única lágrima rodaba perfecta por mi mejilla.
Lucila me vio y me volvió a abrazar.

-Shh- Susurraba- Se que lo echas de menos… Pero cariño, la vida es así… Algunas cosas vienen y otras van… Entiendo por lo que estás pasando. También se lo mucho que lo amabas y que es muy duro.

Y así, escuchando las palabras tranquilizadoras de mi mejor amiga, pasaron mis primeras horas en aquella casa.
Mica se unió a nuestro abrazo cuando nos vio, y las tres, sumidas en ese abrazo, en ese cariño, en ese hogar, lloramos.
Lloramos por todas las dificultades. Lloramos porque no éramos tan felices como antaño. Lloramos de tristeza, de alegría, de emoción… De amor…

lunes, 14 de marzo de 2011

Y te amaré por siempre - Parte 2.

La luz del sol me despertó a la mañana siguiente. Se colaba por el cuadro de cristales que le regalé por nuestro segundo aniversario y toda la habitación era de colores.
Recordé cómo nada mas verlo lo colocó en la ventana de la cocina… Y ahora formaba parte de la casa.

Recordé su sonrisa al verlo… Ah… Aquella sonrisa tan hermosa, aquella sonrisa que yo tanto había amado… Y que ahora añoraba tanto.

Suspiré y me dirigí a la cocina.
Esa mañana hice desayuno para dos, como de costumbre… Pero me quedé mirando el segundo plato, sin tocar.
Volví a suspirar y apoyé los codos sobre la mesa, y la frente sobre las manos.
Me sentía tan sola… Y sin pensarlo ni desearlo… Estaba llorando de nuevo.

Una y otra vez, me veía sentada en la misma mesa frente a mi plato vacío, y su plato aún lleno. ¿Cuándo iba a acabar esta pesadilla? Aún le sentía a mi lado, aunque habían pasado ya algunas semanas desde que se fue. ¿Llegaría a dejar de sentir ese gran vacío en el centro de mi ser? Suspiré, colocando la cabeza entre mis manos apoyadas en la mesa, como solía hacer.

El sonido de la puerta me alarmó, y levanté la cabeza. Desde donde yo estaba podía ver la entrada, con la puerta y las escaleras, y parte de la sala de estar.

De repente, la puerta se abrió, y vi asomarse una cabeza.
Era ella, mi mejor amiga, siempre dispuesta a ayudar. Incluso le había dado una llave de mi casa.
Llevaba su oscuro cabello rizado recogido, y estaba sin arreglar ni maquillar, pero aún así era hermosa. Siempre lo había sido.
Llevaba unos simples pantalones cortos y una camiseta, pero ella transportaba un aire de amor y tranquilidad que le daban el aspecto más hermoso que podía llegar a tener.

Sonrió levemente y se acercó a mí poco a poco.

-¿Cómo estás?- Susurró, cariñosa.
Yo me limité a mirarla, con lágrimas en mis ojos y en mi cara. La respuesta era evidente.
-Lo siento…- Dijo bajando la mirada.

Se acercó a mí y me abrazó. Yo me levanté y la abracé a ella también. Hasta ahora no me había dado cuenta de cuánto necesitaba un abrazo, y una vez más, lloré.
Lloré por horas, pero Mica se quedó junto a mí, abrazándome y susurrándome cuánto me quería cuando sabía que podía oírla.

Cuando me calmé me tomó de la mano y me miró a los ojos.

-Sabes que yo siempre he estado ahí para ti- Sonrió.- Bueno, Lucila también… Por eso hemos pensado, que podíamos vivir las tres juntas un tiempo, en una casa rural alquilada… Como siempre habíamos deseado de pequeñas.

Suspiré y la miré. No me apetecía hablar, aún no.
Sonreí levemente al recordar aquellos viejos tiempos, de cuando nosotras tres éramos jóvenes, siempre juntas saltando, gritando, cantando… Felices…

-Ven, te ayudaré a hacer las maletas- Susurró, en tono alentador.- Lucila pasará a recogernos con el coche en una hora.

Subimos las escaleras y entramos en mi habitación.
Ahí estaban las revistas que a él le gustaba ojear, su peine, su ropa… Su cama, aquella cama en la que habíamos pasado tantas noches juntos… Y no pude evitar volver a llorar, como no había llorado nunca antes.

Mica se quedó a mi lado, y acarició mi pelo hasta que me calmé. Canturreaba una dulce nana y me miraba con ojos dulces y amorosos. Me di cuenta de que eso era lo que necesitaba en ese momento, alguien que me quisiese y a quien yo quisiese, como la quería a ella, y como quería a Lucila.

-Será mejor que yo haga la maleta, y… Si necesitas algo más lo puedes tomarlo prestado  - Sonrió.
Me acurruqué en la cama mientras veía a Mica ir y venir, llenando bolsas de ropa, y útiles de aseo, y señalaba con el dedo cuando ella me preguntaba dónde estaba algo.
Minutos después escuchamos el pitido de un coche.

-¡Ah! ¡Ahí esta Lucila! ¿Puedes ir a…?-Me miro acurrucada en mi cama con los ojos rojos y llorosos y vi como cambiaba de idea-No, mejor espera que yo le digo que entre – Se rió.

Mica desapareció en la puerta, y me invadió una extraña sensación de soledad que me hizo volver a darme cuenta de cuánto las necesitaba a ellas, a mis amigas…

A los pocos minutos apareció un nuevo rostro entre mis pestañas.
Lucila.
Tan bella como siempre, con su característica piel morena, sus ojos oscuros sonrientes y su pelo largo negro y fuerte que yo siempre había envidiado.
Pero hoy ella no sonreía.
Hoy estaba seria, y sus ojos no destilaban la felicidad habitual… Igual que los de Mica.

Se acercó y sin decir nada me abrazó.
Que olor tan familiar despedía ella. Un olor tan hogareño… Añoré aquellos años en los que estaba tan habituada a ese olor… Y me sentí en casa, aunque él ya no estaba, aunque el mundo había acabado para mí, aunque había perdido lo que más amaba en el mundo… Me sentí en casa, porque ellas eran mi nuevo hogar.

-Te quiero- Susurró Lucila.
-¡Eh! ¡Oye! ¡Que yo también os quiero mucho a las dos!- Rió Mica, como solíamos hacer de pequeñas.

Y entonces nos abrazamos, como habíamos hecho siempre, como haríamos para siempre… Un abrazo que significaba mucho más que simple afecto. Y en realidad, aunque yo aún no lo sabía, no era más que el comienzo de una nueva etapa, ni mejor ni peor… Solo… Diferente.






lunes, 7 de marzo de 2011

Y te amaré por siempre - Parte 1.

Primero, antes de nada, he de recordar a aquellas dos que estuvieron cuando parecía que no había nadie más. Aquellas dos que me hicieron ver la luz en la oscuridad y me pusieron de pie cuando creía que no tenía piernas. Porque es gracias a vosotras que yo sigo aquí, y soy quien soy. Gracias.


Un único sonido.
El sonido de la desesperanza.
Del desgarramiento emocional.
De la muerte de la felicidad.
Un sonido electrónico.
Un sonido que hizo que mis lágrimas apareciesen sin esperar a ser llamadas.
Un sonido que indicó el final de mi ser.
Un sonido que eliminó toda mi esperanza.
Era un pitido. Un único pitido.
Un pitido que indicaba que todo se había acabado.
El pitido del final, pensé yo.
Todo se acababa con el. Era el sonido que se lo llevaba todo.
La felicidad.
Las esperanzas.
La expectación.
Incluso la cordura.
El médico retiró las manos del cuerpo inerte y bajó la mirada. Al suelo, miraba al suelo.
Sabía que no encontraría palabras suficientemente hermosas para consolarme.
No había palabras suficientemente fuertes para arrancar mi dolor.
Pasó frente a mí y se detuvo a mi lado.
- Yo... Hice todo lo que pude- Susurró él.
-Lo sé.- Dije entre sollozos.
-Sola- Pensé.
Ahora estaba sola.
Se habían llevado a lo que más amaba. ¿Qué iba a hacer ahora? Faltaba la parte más esencial de mí. Había un vacío doloroso justo en el centro de mi ser. Un vacío imposible de arreglar, imposible de llenar.
Jamás iba a amar como había amado hasta entonces, y en cierto modo, amaría por siempre.
Debería ser mi vida la que se apagase.
Mi cuerpo debería ser el que estuviese inerte en esa cama.
No era justo.
Yo no era fuerte, no podía superarlo.
¡Debería haber muerto yo!

Yo... Yo no podía seguir adelante. No sin su ayuda.
¿Cómo sería feliz si no era con su sonrisa a mi lado?
¿Cómo iba a conseguir seguir con vida si no era con su compañía?
Me dejé caer junto a la pared, mientras cientos de lágrimas hacían una carrera hacia mi barbilla.
Todo se había acabado.
Esta era la palabra FIN de mi historia.
Podía ver y sentir cómo las paredes del universo se derrumbaban a mí alrededor, cómo la esperanza se desvanecía, cómo la felicidad me daba la espalda y cómo mi corazón se rompía en mil pedazos.
¿Cómo era posible? ¿Cómo podía haber ocurrido? Estas muertes, estas situaciones sólo se daban en las películas. No me podía estar pasando. Tenía que ser una pesadilla, sólo un mal sueño…
Pero era todo tan real… Era un dolor tan sincero…
-Tal vez debería ir a casa- Escuché una voz.
¿Me hablaba a mí?
Miré hacia arriba.
Sí, me hablaba a mí.
Había una enfermera junto a mí, que me miraba con cara de comprensión. Era irónico, porque yo sabía que ella jamás en entendería.
-Tenemos un servicio de taxis, acompáñeme, que la llevarán a casa.- Dicho esto tiró de mi brazo hasta levantarme, y me guió por los pasillos del hospital hasta llegar a una puerta donde esperaban muchos coches.
Me introdujo en uno, en el que un anciano me preguntó mi dirección muy amablemente.
Yo no quería hablar, no me apetecía, así que le di mi tarjeta.
Tardamos media hora en llegar a casa.
Cuando el taxi paró frente a mi casa saqué el bolso.
-No, señora. El hospital nos paga. No se preocupe usted- Dijo sonriendo con un espeso acento de pueblo.
Muy amablemente abrió mi puerta del coche y mi acompañó a la puerta, y no se fue hasta que yo hube entrado en la casa.
Deben de pagarle muy bien, pensé yo.
Entrar de nuevo en casa, y sin él era como quemar los trozos restantes de lo que antes era mi corazón.
Todo me recordaba a él.
Sus zapatillas junto al sofá.
Su libro en la mesita del café.
Su chaqueta colgada del perchero. Oh… Aquella chaqueta era su preferida.
Inconscientemente me acerqué a ella y la abracé. Como si aquel abrazo pudiese devolverle a la vida. Como si pudiese volver a sentirle entre mis brazos. Como si fuera a volver a sentir su aliento sobre mis labios, y sus brazos sobre mi cintura.
Aún tenía su olor. Ah… Aquel olor que me cada vez que me rozaba me transportaba a otro lugar… A un lugar perfecto…
Y sin darme cuenta, estaba llorando, de nuevo.
Cientos de lagrimas explotaron como si siembre hubiesen querido salir, y sin darme cuenta, me encontraba entre sollozos interminables que intentaban librarme del dolor, pero que no conseguían otra cosa más que recordarme que él ya no estaba, y que no volvería a estar.
Me dejé caer al suelo y me arrastré junto a las escaleras, haciéndome un ovillo.
Miré mis manos y recordé cómo el solía acariciarlas hasta que me quedaba dormida.
Miré mis manos y vi ese anillo en mi dedo corazón, prueba de nuestro amor eterno, y, entonces, más lágrimas.
Pasaron minutos, tal vez horas hasta que me quedé dormida.

martes, 15 de febrero de 2011

Un simple instante, un mundo entero.

Y en ese momento observé cómo te recostabas a mi lado. La suave luz dibujaba formas en tu silueta. Sentí la calidez de tu piel desnuda en mi torso. Me miraste. Te miré. Tu mirada era muy distinta. Supe en ese mismo instante que ese era tu verdadero tú. Sin máscaras, sin actuaciones ni teatros.
Sonreíste. Creo que fue la primera sonrisa sincera que me dedicabas. Susurraste algo. No llegué a entender lo que dijiste, pero ya me gustó. Te miré a los ojos. Eras tan diferente. No eras un niño. No eras el chico tonto y bromista que había conocido y del que creía estar enamorándome. Eras sencillamente tú.
 Tú con tus grandes ojos oscuros y tu pelo desordenado. Tú con tu sonrisa y con tu mirada inteligente.  Adoré tu imagen. Podría haberte observado durante horas en aquel momento. Sentí tu brazo rodear  mi cintura. Adoré la suavidad de tu piel. Recorriste mi cuerpo con la punta de los dedos y sonreíste al ver mi piel erizarse. Adoraba aquella expresión.  Te besé y me devolviste el beso.
Tan sólo fue un instante, pero adoré la perfección de aquel momento. Sólo existías tú y no habría nadie en el mundo capaz de molestarnos. Entonces, me volví a perder en la delicia de aquellos bocados prohibidos que eran tus besos. 


miércoles, 9 de febrero de 2011

¿Por qué?


¿Por qué a veces se les coge un cariño especial a algunas personas? No hace falta absolutamente nada. Ni que te preste más atención, ni verle más a menudo, ni llevar mucho tiempo conociéndonos.
No hablo del amor a primera vista ni de ningún tipo de ñoñerías, sino de ese sentimiento extraño que te hace querer más a unas personas que a otras sin motivo alguno. ¿Nunca lo sintieron?
Es curioso cómo este sentimiento escoge a las personas. Normalmente no hay un modelo específico de persona para este tipo de “amor”, aunque suelen tener algo en común contigo.
Aunque parezca una tontería, este “instinto” dirige muchos aspectos de tu vida, tus amistades, incluso el trabajo que quieras escoger.
Después de mucho pensar, aún no soy capaz de saber qué factores intervienen en mi elección de “preferidos”, ya que no tienen nada que ver unos con otros. Piensen, ¿Podrían saberlo ustedes?  
Hay cosas a las que es difícil encontrarles respuesta.

jueves, 3 de febrero de 2011

¿Nunca lo pensaron?

Anoche estuve pensando… ¿Nunca se dieron cuenta de que nuestra vida esta prediseñada desde el momento en el que nacimos?
Aprenderás a andar y hablar, dirás papá y mamá, estudiarás, sacarás tu carrera (O eso se espera), conseguirás un trabajo, te casarás, tendrás dos hijos, vivirás en una preciosa viviendade un barrio residencial, tendrás un precioso coche, trabajarás hasta jubilarte y entonces vivirás del cuento.Incluso en la mayoría de los casos controlarán qué música escuchas y qué ropa vistes.
¿De verdad tenemos tan poca importancia? ¿Y tan pocas posibilidades de elección? Podemos intentar ser diferentes, pero de una forma u otra siempre acabaremos dentro de esa monótona rutina. ¿Es eso lo que queremos para nosotros? ¿Ser sencillamente “uno más”? ¿No tener importancia para el mundo?Sencillamente estamos aquí trabajando para las grandes multinacionales de una forma u otra, y se aprovechan constantemente de nosotros... 
Piensenlo... A veces pensar cambia las cosas.
Y aquí les dejo un video de una de mis canciones preferidas ^^

miércoles, 2 de febrero de 2011

Susurra, yo te escucharé.

La luz de la luna se colaba por las ventanas. Una suave brisa revolvía mis cabellos, y traspasaba mi suave cuerpo fantasmal. La casa crujía a casusa de su avanzada edad. Sentía la moqueta apulgararse bajo mis dedos, pero aquella casa ya no me pertenecía.
Había sido de mis abuelos, posteriormente de mis padres y después mía, hasta que morí. No pasaría mucho tiempo antes de que una nueva familia se instalase en ella, y mis esperanzas se agotaban a medida que iba pasando el tiempo. Pronto debería abandonar la casa sin tener ningún lugar al que ir.
¿Acaso quería ir a un cementerio a atormentar a las ancianas que iban a lamentar a sus esposos?
Pasaba los días vagando silenciosa por la casa, recordando días pasados en los que tenía tantas posibilidades que no supe aprovechar. Nadie podía verme, nadie podía oírme, nadie sabía que yo estaba ahí, aunque tampoco había intentado pedir ayuda. Sabía que no había solución.
Cuando supe que estaba muriéndome ya era demasiado tarde, y antes de darme cuenta estaba observando mi cuerpo inerte sobre la cama desde el exterior.
En un principio me asusté. No sabía lo que me ocurría, y no me adaptaba a la nueva forma de vida, pero poco a poco fui acostumbrándome. Ya no me hacía falta ir a ver mi cuerpo en descomposición para acordarme de que era un fantasma.
Y lo peor de todo es que nadie se dio cuenta. Nadie me echó en falta y por ello seguía aquí, esperando a que algún curioso encontrase el desastre.
Había intentado avisar, pero no era capaz de recordar el camino de vuelta a la ciudad, ya que había perdido muchos de mis recuerdos y mi hogar se encontraba perdido en el bosque.
Tan sólo podía recordar que me llamaba Kaiia, tenía veintiún años y que me encantaba la música clásica.
Aquella era una noche hermosa. No había nubes en el cielo y la luna llena daba una luz fantasmal que embellecía mi jardín. Una leve brisa removía las hojas de los árboles que junto con el suave murmullo del arrollo entonaban una dulce nana. Algunas luciérnagas vagaban por el aire buscando aparearse como pequeñas lámparas flotantes. Las ardillas susurraban mientras que los gatos salvajes se relamían viendo su próximo aperitivo.
La tierra estaba húmeda por el rocío, y las flores estaban en todo su esplendor. Al parecer, en vida había amado la noche y había plantado sólo flores de noche, por lo que ahora todo el lugar tenía un dulce olor a flor y tierra.
Cerré los ojos y tomé aire. Estaba frío y húmedo, típico de las tormentas de verano. Sonreí. Cierto, en vida amé la noche, y una vez muerta la amaba más.
El bosque bullía vida, y yo estaba ahí para presenciarlo.
De repente, todos los animales se congelaron y miraron al mismo lugar. Un ruido había interrumpido su disimulado silencio. Y sí, era cierto, yo también lo había escuchado. Contemplé alarmada el lugar de donde provenía el ruido. Eran jadeos.
Al fin, después de tantas noches esperando había llegado el momento.
Un chico joven apareció entonces entre los arbustos. Parecía asustado y desorientado.
Sus grandes ojos verdes estaban muy abiertos, sus suaves labios, apretados. El pelo negro le caía mojado por la cara y el cuello, aunque no le llegaba por los hombros. Era alto y muy delgado, y vestía ropas negras.
Sonreí. Al fin llego ese curioso.
Él se quedó ahí, inmóvil, observando mi casa.
La luz de la luna se reflejaba en sus hermosos ojos verdes.
Una punzada de soledad me recordó la añoranza que sentía por el calor humano, la compañía de un ser amado.
Sí, en definitiva el chico era hermoso.
En un impulso abrí la puerta y atravesé el umbral, sin percatarme de que él podía ver el movimiento de ésta.
Me coloqué frente a él, sin que pudiese verme, y sentí rabia.
Sus bellos ojos denotaban terror y escrutaban las sombras sin obtener ningún resultado.
Me acerqué un poco más a él, y sentí aún más rabia. Quería que me pudiese ver.
Di otro paso adelante. Ya casi le rozaba.
¿Por qué sentía esa inmensa necesidad de abrazarle?
Mi respiración se había acelerado, y mi corazón también latía más rápido… ¿Se daría cuenta? Rechacé esa idea.
Suspiré para tranquilizarme y… ¡Mierda! Mi respiración le había movido el cabello.
El chico se sobresaltó y buscó por la oscuridad el peligro. Tanteaba el vacío con las manos e instintivamente me aparté para que no notase mi presencia. Una rama seca se partió bajo mi pié. El chico miró en mi dirección, y yo también me sobresalté. No sabía que yo pesase y pudiese romper cosas.
Ahora él me miraba directamente a los ojos, y parecía poder verme, pero decidí ser realista y darme cuenta de que sólo podía ser una ilusión.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?- Susurró.
Tenía una voz hermosa, grave, pero a la vez aguda, y ligeramente ronca.
Deseé poder responderle, decirle que todo estaba bien, que yo estaba con él y nada iba a pasar, deseé poder abrazarle, que nos hiciéramos compañía mutuamente, que fuese mi compañero.
Se había quedado inquitantemente quieto, y me miraba fijamente. Me acerqué a el. Ya casi podía rozar su piel.
-Yo- Susurré. -Yo siempre he estado aquí-
Y entonces pude ver mi rostro reflejado en sus ojos mientras su piel se volvía transparente, y él me besaba.
Su cuerpo cayó inerte en el suelo, pero él se mantenía junto a mi, apretándome en sus brazos y besándome.
Ya no tenía miedo. Todo había acabado, mi soledad había acabado. Ahora él me acompañaría.

Ocho meses de tu ausencia.

Parece mentira que ya haya pasado tanto tiempo,
que ya hayan pasado ocho meses de ausencia,
y que, aún así te sienta a mi lado.
Y, ¿Sabes qué es lo peor?
Aún te necesito junto a mi.
Aún te busco en sueños, y espero ver tu carita al despertarme.
Aún te veo de reojo, y aun te amo profundamente.

Y nadie entiende que yo cambiaria mi vida por verte un minuto mas.
Por poder sentir tu respiracion.
Escuchar los latidos de tu corazon.
Sentir tu pelo contra mi cara.
Ver una sonrisa dibujada en tus ojos.
Sentir tu dulce olor, que es mi hogar.
Por poder esconder mis miedos entre tu pelaje.
Que tu ronroneo se trague mi tristeza.
Que este nudo en la garganta desaparezca y solo porque tu has vuelto.
Y nadie comprende lo mucho que significabas para mi.
Lo feliz que me hacia apoyar mi cabeza en tu barriguita y escucharte vivir.
Que nada mataba mis lagrimas como oir tu ronroneo y sentir tu aliento en la nuca.
Que nada me hacia tan feliz como verte dormir, y acariciar tu rostro cuando te revolvias entre sueños...
Y quiero volver a perderme en ese interminable azul que era el oceano de tus ojos...
Que nadie comprende que lo eras todo para mi... Y ahora estoy vacia y sola...

Y te amaré por siempre, mi pequeñita.